miércoles, 11 de julio de 2007

Encontrando a Jesús en mi Papá Enfermo

En este vídeo la Madre Angélica nos presenta una reflexión a la llamada telefónica de una persona del público que tiene a su papá enfermo, ¿que debemos hacer en esos casos?.

El dolor pertenece a la vida del hombre


"¿Por qué a mí?"; "¿Por qué Dios permite esto?"
Los que estuvieron cerca de los heridos y familiares de víctimas del 11-M recuerdan que estas preguntas resonaban en los pasillos de los hospitales, en las calles de la ciudad. El dolor forma parte de nuestra vida, como nuestro propio nacimiento, el amoro la muerte. Los momentos de sufrimiento pueden hacernos caer en la desesperación, en el egoísmo de creer que nuestra enfermedad es lo único que sucede en el mundo, pero también pueden ser momentos de cercanía al Señor en la Cruz. José Luis Martín Descalzo decía que "Cristo quiere nuestro amor, no nuestro dolor", y existe una manera de descubrirlo: mirando el dolor desde la serenidad y la aceptaciónde la voluntad de Dios

Cuando tenía 20 años, Marta contrajo la enfermedad de Crown. Explicado con sus propias palabras, "se trata de una enfermedad del sistema inmunológico en la que éste no reconoce al organismo como propio y lo ataca". Ocho años después de aquello, y tras largas temporadas en los hospitales, Marta ha logrado habituarse al dolor, que se ha convertido en el compañero cotidiano de una vida que intenta ser lo más normal posible. Por eso, se dedica, desde hace dos años, a la profesión que más satisfacciones le proporciona: la enfermería, trabajo con el que disfruta especialmente y con el que dice sentirse muy identificada. Ella encontró la fuerza para superarse en medio del sufrimiento, y aprender a vivir con una enfermedad que la limitaría para toda la vida. "Yo nunca he vivido mi enfermedad como un castigo -confiesa-, aunque sí que es verdad que te enfadas, pero no con Dios: eres joven y sientes impotencia, porque tienes vitalidad y tu cuerpo no te sigue. Siempre he sentido que Dios me acompañaba, nunca perdí la capacidad para sonreír, y, aunque me costase rezar, he comprobado que el Señor me ha acompañado siempre".

Luis Armando lleva 17 años trabajando en el departamento de Pastoral de una unidad de cuidados paliativos con enfermos terminales. Él es religioso Camilo, una Congregación que tiene como carisma la atención a los enfermos. En esta peculiar unidad de apoyo pastoral, Luis Armando ha visto pasar a infinidad de enfermos que, junto con sus familiares, sufren, se hacen preguntas y pasan horas muy duras en la soledad de la enfermedad. "En estos momentos -explica- surgen preguntas que remiten a lo más profundo de la vida de la persona que uno tiene que acompañar y ayudar, porque, si no, eso puede ser motivo de un sufrimiento espiritual y moral muy grande. Nosotros (los religiosos que atienden esa unidad) somos los sanadores del espíritu que trabajamos conjuntamente con los sanadores del cuerpo".

En su análisis de la realidad, Luis Armando afirma que ha observado, a lo largo de todo este tiempo, que las personas con frecuencia tienen una visión de Dios que corresponde más a sus propias expectativas personales, a su propia visión de la vida, que a la revelación misma del Dios verdadero. Muchas veces, según Luis Armando, la gente ve a Dios como un castigador.

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