jueves, 23 de agosto de 2012

El banquete nupcial de la Eucaristía es una probadita del cielo


Hoy fui a Misa a recibir con alegría a Dios en el banquete nupcial de la Eucaristía que es una probadita del cielo.

En la homilía de hoy el Señor nos dice que nos purificará con agua y eso es lo que pasa cuando recibimos el bautismo, no es entregada una vestidura nueva y blanca que no debemos manchar con el pecado, ya desde entonces nos esta preparando para que muera el hombre viejo y nazca el hombre nuevo, cuando nos quite el corazón de piedra y nos de uno nuevo, el suyo que es Dios mismo en nuestra vida.

Yo santificaré mi gran Nombre, profanado entre las naciones, profanado por ustedes. Y las naciones sabrán que yo soy el Señor -oráculo del Señor- cuando manifieste mi santidad a la vista de ellas, por medio de ustedes. Yo los tomaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su propio suelo. Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos.Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes. Ustedes habitarán en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios. Ezequiel 36,23-28. 
En el salmo cantamos: "Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, no retires de mí tu santo espíritu",  es lo que ocurre cuando pecamos. Muchas personas se dicen católicas y por el solo hecho de "mostrar su boleta de bautismo" creen que entrarán a las bodas del cordero, la salvación, pero no es así. De nuevo, se fue enfático en advertir a todos los bautizados que deben acercarse a la mesa del altar, pues si bien es cierto que el que no coma su cuerpo y su sangre no tendrá vida eterna (Jn 6,53-60), es también un mandato del Señor el que quien come y bebe de su sangre indignamente come y bebe su propia condenación (1 Cor 11:29). Son estas personas que dicen confesarse ante una cruz y no ante un hombre, a Dios no se le puede engañar.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga: yo enseñaré tu camino a los impíos y los pecadores volverán a ti. Los sacrificios no te satisfacen;si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: mi sacrificio es un espíritu contrito, tú no desprecias el corazón contrito y humillado. Salmo 51(50),12-13.14-15.18-19. 
En el evangelio el Señor nos dice que ha mandado a sus servidores para invitarnos pero que le hemos matado menospreciándolos, pues eso ocurre cuando somos indiferentes a una predicación o un consejo, una invitación de un sacerdote o laico, nos pasa lo que a los invitados a quienes el Rey quería que asistiéramos a la boda de su hijo (Dios Padre es el Rey, Jesús es el Hijo y nosotros somos la novia). Los servidores tuvieron que ir por todos los caminos a invitar a otros buenos y malos que ni siquiera eran católicos; ya que los que debieran estar ahí no están, no van a misa. Muchas personas van a misa solo cuando hay fiesta y si van no participan, estas personas están en serios problemas (es pecado mortal no asistir el domingo a misa) pues incluso han dejado de pasarle los sacramentos de iniciación a sus hijos. Lo peor es cuando de pronto un "colado" entra a la boda y le tienen que decir que no trae su traje nupcial, es decir, no esta en estado de gracia (no se ha confesado) pues no podemos casarnos con el novio si no estamos reconciliados con el Rey. También cuando hay un bautismo el color del vestido es blanco que significa la pureza y no el beige, pues hay padres que por querer "diferenciarse" de los demás violan las normas de la Iglesia.
Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo: "El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'. Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'. Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. 'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio.Entonces el rey dijo a los guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos". San Mateo 22,1-14. 

Y tristemente hoy paso esto: "Me han metido un gol", dijo el Padre. Ustedes no se dan cuenta pero yo si miro a todos desde que entran, no se puede pasar a comulgar si se ha llegado tarde a misa, especialmente si no se escuchó ni el evangelio y pues una persona entró durante el ofertorio y se acercó a comulgar y luego se salió, ya no pude negarle la comunión, pero quiero que sepan que esto es un sacrilegio, una profanación.

Por eso hermanos míos hagamos un acto de reparación por todos los sacrilegios con los que se ofende a Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía, acudamos a una hora santa y hagamos la oración de reparación, pidamos el arrepentimiento de todas estas personas que de no convertirse serán arrojadas afuera donde será el rechinar de dientes (Mt 8:12).

Lecturas del día
Oración de reparación 
San Agustín y la Eucaristía

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